Robot cortacésped:¿cómo funciona este innovador electrodoméstico de limpieza?

Los robots autónomos, que tan fuerte han venido pisando en los últimos años, se consolidan en el sector de la jardinería. Del mismo modo que Roomba revolucionó la limpieza del hogar, los robots cortacésped empiezan a hacer lo propio en los jardines españoles, siendo una solución económica y ventajosa a muchos niveles: requieren escaso mantenimiento, son silenciosos y desarrollan su cometido sin intervención humana, por mencionar sólo algunos de sus múltiples beneficios.

El funcionamiento del robot cortacésped depende de una red de sensores y cuchillas, una bolsa recolectora, una batería eléctrica y otros componentes que operan conjuntamente, para segar la hierba y la maleza sin necesidad de supervisión. Su precio oscila de manera considerable, debido a la variedad de marcas que compiten en el mercado con productos de gama baja, media y alta y una oferta prestacional variable: desde las unidades con cable y alcance limitado, hasta las inalámbricas para grandes superficies, equipadas con sistemas antirrobo y posibilidad de gestionarse desde apps para móviles.

Así es el funcionamiento del robot cortacésped

Saber cómo funciona un robot cortacésped es un conocimiento útil a la hora de elegir cortacésped para jardín y seleccionar el producto que mejor responda a las necesidades del usuario. Este dispositivo basa su autonomía en una batería interna, que debe ser cargada antes de su puesta en marcha; alternativamente, los robots cortacéspedes pueden recibir energía a través de cables perimetrales.

Esta batería interna le otorga independencia y libertad de movimientos para, antes de agotarse, regresar a una estación de recarga o similar donde restablecer su carga. En determinados modelos, la estación de recarga requiere un cable guía que le permita localizar este accesorio, si bien no siempre es necesario.

Pero el componente más destacado del robot cortacésped es una red de sensores instalados en su parte frontal, que le ayudan a detectar la presencia de objetos cercanos, como bordillos, vallas, postes, etcétera, y a definir su campo de actividad.

Estos sensores se dividen en dos clases: (1) los de colisión, que reaccionan a cualquier elemento sólido de cierta altura que se sitúe dentro de su radio de acción, incluso los móviles (sillas que cambian de lugar, por ejemplo), y (2) los de límite, que depende a su vez de una serie de cables perimetrales, instalados para restringir el entorno ajardinado donde debe operar. Gracias a este conjunto de sensores, el robot cortacésped alterará su trayectoria o girará sobre sí, a fin de evitar una colisión.

cortacesped autonomo

En relación con el corte del césped, estos robots disponen de 2-3 cuchillas en su parte inferior que rotan a velocidades elevadas, para garantizar un corte limpio y eficaz de la hierba y la maleza. Mientras que algunos modelos incorporan una bolsa o cámara interna donde almacenan sus residuos, otros se limitan a dispersar la hierba recién cortada a medida que avance, para su recogida posterior con rastrillo manual y posterior aprovechamiento en forma de mantillo o mulching.

Por otra parte, los robots cortacésped no son infalibles. Si la hierba supera los 15-20 centímetros de alto, sus cuchillas podrían trabarse y sus sensores devolver métricas equivocadas, aunque siempre dependerá de la unidad en cuestión y sus prestaciones.

Robot cortacésped, un electrodoméstico con mucha historia

Este pequeño electrodoméstico fue desarrollado en 1969 de la mano de Lawrence Bellinger bajo la denominación de Mowbot, ampliamente considerado como precursor de Roomba y otros modernos productos autónomos. Posteriormente, las empresas Bosch Indego, Husqvarna y otras introducen en el mercado sus propios sistemas automatizados para segar la hierba de jardines sin intervención humana, con innovaciones diversas: unidad de potencia solar, mapeado de superficies, etcétera. Esta primera generación, pese a su diseño elemental y limitadas prestaciones, constituyó un hito en la historia de los cortacéspedes.

Mucho antes, a principios del siglo XIX, el césped se cortaba con guadaña hasta la introducción, en 1830, del primer cortacésped del que se tiene constancia, inventado por Edwin Budding. Esta y otras herramientas manuales darían un salto de gigante con la aparición del primer cortacésped eléctrico en 1938 gracias a la marca Toro.

En los últimos años, y pese a sus beneficios, la popularidad del robot cortacésped se ha visto ensombrecida por desventajas comunes a otras tecnologías, como el riesgo de lastimar animales de pequeño tamaño que pasen desapercibidos a sus sensores, la posibilidad de provocar un accidente por los erráticos movimientos de niños y mascotas o la calidad del segado del césped (pues no recortan la hierba de los bordes, por ejemplo).

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