¿Sabías que los españoles consumen una media de 22,3 litros por cabeza y que su consumo anual supera los 1.000 millones de litros al año, de acuerdo a INFOVI? Aunque el gusto por los caldos añejos forma parte de nuestra identidad nacional, sólo una minoría de gourmets están familiarizados con los principales accesorios para sommelier.
El cortacápsulas, el decantador o el atrapagotas no son adornos que desempolvemos para impresionar a las visitas. Ocupan un lugar destacadísimo en cualquier set de accesorios para vino. Su función, beneficios y hasta su historia, al descubierto en las siguientes líneas.
¿Cuáles son los mejores accesorios para sommelier?
Cortacápsulas, la antesala del sacacorchos
Que su nombre no te engañe, pues lejos de ser un artículo de teletienda, el cortacápsulas ha acompañado largo tiempo a los amantes de los vinos. De hecho, los orígenes de la cápsula se remontan a la Europa del siglo XVIII, cuando la realeza vienense los introdujo para prevenir que los responsables de guardar sus vinos franceses escamotearan su contenido y los rellenaran con caldos más vulgares. Con ayuda de la cortacápsulas, podrás realizar un corte limpio y transversal a este elemento, sin causar ningún deterioro al tapón. Pese a su utilidad, es uno de los accesorios para el vino más desconocidos.
Sacacorchos, ese aliado indispensable
Herramientas de sommelier hay muchas, pero ninguna tan imprescindible como el sacacorchos. Aunque el primero de estos utensilios no surgió hasta el siglo XVII, debieron existir prototipos muy anteriores, ya que el uso de tapones en botellas se originó en la Antigua Grecia. Como quiera que sea, esta herramienta posibilita la extracción del corcho de manera cómoda, higiénica y eficiente, y puede constituir un artículo de lujo, pues se fabrican en diversos materiales y diseños, algunos de autor (los de Alessi Parrot, p. ej.) y otros tan sofisticados como el Brabantia Classic.
Tapones, para que no se escape el sabor
Entre los accesorios de vino para regalar no pueden faltar los tapones para botellas de vino, útiles para ralentizar los procesos de oxidación y alargar la vida útil de nuestros caldos predilectos. Aunque reutilizar el corcho es una opción tradicional y el ‘truco’ de la cucharilla es tranquilizador, ninguno de estos recursos puede competir con la elegancia y practicidad de la oferta de tapones específicos para este cometido.
Decantador
Palabras mayores son el decantador, un recipiente que desempeña un rol opuesto al de los tapones, pues facilitan la oxidación del vino, así como la separación de los depósitos de sedimentos. Sin el uso de decantadores el vino no se atemperaría correctamente ni tomaría tanto color, debido a la falta de aireación. Su compra, por tanto, no debe considerarse accesoria o propia de esnobs.
Cubitera, una defensa contra el calor
En el ‘arsenal’ de productos para vino tampoco debería estar ausente la cubitera. Este recipiente, de vidrio o acero inoxidable, está pensado para guardar la temperatura del vino en entornos cálidos, no siendo para nada un accesorio prescindible: en espumosos como el cava y el champán o en blancos dulces como el moscatel, la temperatura ideal está por debajo de los 9 ºC y es de vital importancia para preservar sus propiedades organolépticas. En líneas generales, se aconseja rechazar las cubiteras demasiado pequeñas, pues su altura debería abarcar todo el contenido de la botella, no sólo la base; de lo contrario, no cumpliría su función de manera eficaz.
Termómetro vinícola, para degustarlo en su punto
Del accesorio para vino anterior se deduce que la temperatura no es un factor baladí. Realmente influye en el disfrute de los caldos más selectos. Tan importante como preservarla es determinarla. Su medición profesional (y amateur) corre a cargo del termómetro vinícola, que nunca debería introducirse en la botella ni en la propia copa (por ser de mal tono) sino en una auxiliar.
Lito y atrapagotas, protectores de la mantelería
Determinadas herramientas no persiguen una mejora del sabor, ni de la conservación del vino. Es el caso del lito y del atrapagotas, que desempeñan una función más ligada al decoro, no siendo por ello prescindibles. En primer lugar, el lito se define como un paño blanco que acompaña al sommelier y que recibe dos usos principales: prevenir el goteo durante el escanciado y secar el ‘sudor’ del vino mientras permanece en la cubitera.
Los aros atrapagotas o láminas antigoteo, por su parte, están diseñadas para fijarse alrededor del cuello de la botella y prevenir goteos o derramamientos accidentales. Así pues, lito y atrapagotas desempeñan un rol similar. Todo es poco para conservar la blancura de la mantelería. Desde luego, un binomio de accesorios profesionales para vino al que ningún aficionado debería renunciar.