De ‘A’ a ‘G’: así es la nueva clasificación energética de frigoríficos

La clasificación energética de frigoríficos y otros electrodomésticos ha cambiado su etiquetado en dos ocasiones desde 1994, y el presente año ha dado la bienvenida a una tercera actualización impulsada por la Comision Europea, entre cuyas novedades destaca la incorporación de códigos QR o la desaparición de las calificaciones A+, A++ y A+++ en favor de una única A.

Presente en una amplia gama de productos, la etiqueta de clasificación energética se define como un distintivo avalado por la Comisión Europea (CE). Gracias a ella los consumidores pueden identificar, de un rápido vistazo, qué dispositivos generan un menor consumo en funcionamiento. Cada etiqueta dispone de una letra y un color, entre otros valores, que facilitan su rápida diferenciación.

En concreto, los frigoríficos, congeladores y similares basan su etiquetado en el Índice de Eficiencia Energética (IEE), que surge con la Directiva 92/75/CEE de la Unión Europea para la aplicación de un baremo eficaz en términos de ahorro energético para una diversidad de electrodomésticos, que en la actualidad abarcan desde accesorios de iluminación hasta climatizadores, pantallas de televisión y un largo etcétera.

En un comienzo, el etiquetado energético de los frigoríficos se basaba en una escala de siete distintivos: A, B, C, D, E, F y G, ordenadas de menor a mayor gasto en la factura de la luz. Esta escala dio paso a la clasificación más extendida hasta el presente año, correspondiente a la Directiva 92/75/EC del 31 de julio de 2011 y que introducía tres distintivos adicionales, A+, A++ y A+++.

Adiós a los ‘A+++’: la nueva clasificación energética de frigoríficos recupera la escala A-G

La última clasificación energética de frigoríficos, anunciada por la Comisión Europea en agosto de 2017, restablece la escala original —de la A a la G— y adiciona apartados y valores novedosos, útiles para diferenciar del resto los productos con un menor consumo eléctrico. Las nuevas etiquetas se plasmaron en el Reglamento UE 2017/1369, previa a su implementación en lavavajillas, lavadoras, lavasecadoras, pantallas y monitores, además de los frigoríficos,  durante el pasado mes de marzo.

Tras este reescalado, los frigoríficos de clase energética A+++, A++ y A+ se concentran ahora en una única clase, la B o C en tonos verde claro según corresponda, la más alta de esta ‘pirámide’ hasta que el grupo A en verde oscuro pueda ser otorgado a electrodomésticos que cumplan sus requisitos. La escala se completa con las clases D (de color amarillo), E (naranja), F (naranja oscuro) y G (rojo), una vez más ordenados de menor a mayor consumo.

Las equivalencias de la nueva clasificación energética muestran una clara simplificación con respecto al anterior etiquetado, más numeroso y complejo. Desde la Comisión Europea se informó que las clases A+++, A++ y A+ no estaban generando un incentivo adecuado a las compras y, en consecuencia, se optó por refundirlas en una único grupo, el B-C, cediendo la primera letra del alfabeto a los electrodoméstico de nueva generación.

Una de las principales novedades de esta clasificación es la presencia de códigos QR, escaneables por los consumidores para ampliar la información disponible de cada producto. También los pictogramas han sido reformulados, indicando ahora la capacidad de carga en kilogramos, el gasto de agua en litros o el nivel de ruido, este último con un baremo propio que varía de la A a la D. Además, se informa a los usuarios del consumo anual de energía, estimado en kWh/100 ciclos de funcionamiento.

Las etiquetas de eficiencia energética A, B, C, D, E, F y G no están disponibles aún en la totalidad de productos del mercado. Se estima que en 2030 todos los apartados eléctricos contarán con esta versión del distintivo.

Una etiqueta necesaria para productores y consumidores

A casi tres décadas de su creación, el etiquetado energético de la Comisión Europea ha demostrado su indispensabilidad más allá del consumidor final, que por otra parte reconoce en este sistema de letras y colores una referencia clara, precisa y veraz.

Para las empresas productoras y comercializadoras, esta clasificación ejerce un efecto similar a las estrellas de Euro NCAP, pues si estas fomentan el desarrollo de vehículos más seguros, aquella hace lo propio con los electrodomésticos más sostenibles y energéticamente eficientes.

Y es que, además del ahorro en la factura de la luz, la nueva clasificación energética en frigoríficos contribuirá a la preservación del medio ambiente y a la durabilidad de los electrodomésticos, combatiendo a su vez el desperdicio de materias primas.

Por otra parte, la Comisión Europea no será la única en implementar una clasificación energética en frigoríficos. Se prevé que otras iniciativas similares reciban luz verde en los próximos meses. Buen ejemplo es el proyecto ‘UE Label 2020’, desarrollado por la Agencia Austriaca de la Energía (AEA) con vistas a su implementación en 2023.

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