El consumo fantasma es un enemigo silencioso del ahorro energético en cualquier hogar. Sin embargo, este puede combatirse fácilmente por medio de hábitos simples, como desconectar los aparatos eléctricos durante la noche o adquirir enchufes inteligentes o regletas con interruptor para regular su actividad.
¿Sabías que el consumo fantasma de energía representa casi el 11% del gasto en luz de los electrodomésticos en el hogar, según datos de la IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía)? Otro informe de la REE (Red Eléctrica de España) reduce este porcentaje al 2%. En cualquier caso, este fenómeno debería ser motivo de preocupación para la persona ahorradora o simplemente comprometida con la sostenibilidad.
Pero, ¿qué es el consumo fantasma? Denominado a su vez como standby o consumo vampiro, se define como el gasto derivado de cualquier electrodoméstico conectado a la corriente eléctrica pese a no recibir uso, como sucede en periodos de ausencia (durante las vacaciones, la jornada laboral, etc.) o de inactividad (la noche).
Este consumo silencioso se origina en el transformador presente en todos los electrodomésticos, responsable de adecuar el voltaje mediante una bobina primaria y secundaria, una de las cuales siempre permanece activa. A menudo esta resistencia se identifica con un piloto luminoso que marca la entrada en standby del aparato.
El consumo fantasma de electricidad es comparable a un grifo goteando que día a día desperdicia miles de litros de agua al año. Entre los electrodomésticos que más consumen apagados, destacan los ordenadores y routers WiFi, los decodificadores de televisión, los microondas, las videoconsolas y los climatizadores, sin olvidar aparatos eléctricos de uso menor, como las impresoras, las cafeteras eléctricas, los cargadores de móviles o los reproductores de vídeo.
El consumo fantasma, enemigo del ahorro y de la sostenibilidad en el hogar
A simple vista, el impacto local del consumo standby puede parecer mínimo: apenas unos kilovatios hora que representan un porcentaje inapreciable en la factura eléctrica. Sin embargo, estas ‘goteras’ energéticas suman y suman hasta representar, en muchos hogares, una décima parte del consumo total. A niveles globales, no hace falta decir que el consumo fantasma desperdicia millones de kilovatios hora al año que privan a las empresas e instituciones públicas de cumplir con sus programas de sostenibilidad.
Más allá del gasto económico, un alto consumo fantasma de luz repercute en la seguridad doméstica. La mayoría de electrodomésticos genera, en mayor o menor medida, una cantidad de calor que eleva el riesgo de incendios. Incluso una simple regleta puede sufrir sobrecargas eléctricas que ocasionalmente dan origen al fuego.
Además, este fenómeno reduce el nivel de silencio en viviendas y oficinas, necesario para el bienestar de los ocupantes, sobre todo durante la noche, cuando el zumbido de un ordenador en suspensión o de los condensadores del frigorífico se sobredimensionan impidiendo el sueño.
Obligado es mencionar que el consumo fantasma en hogares, negocios o zonas públicas atenta contra la sostenibilidad y la preservación del medio ambiente. Las centrales eléctricas generan su energía, en muchos casos, mediante combustibles fósiles que generan cantidades ingentes de CO2 y agentes contaminantes como el dióxido de azufre, relacionados con el esmog, la lluvia ácida y otros efectos de la contaminación atmosférica.
Es inevitable, pues, que el tirón extra del consumo standby acreciente la demanda energética de las centrales eléctricas y, por tanto, agrave estos problemas.
¿Cómo prevenir el consumo fantasma de energía?
La contaminación, el derroche energético o la pérdida de vida útil en electrodomésticos son consecuencias evitables del consumo fantasma. En primer lugar, se aconseja cerciorarse del gasto en modo espera de los aparatos eléctricos disponibles en casa o que vayan a ser adquirirlos en un futuro. Dado que el consumo diario es de 1,6 kilovatios aprox., según la Agencia Internacional de la Energía (IAE), los usuarios comprometidos con el ahorro deben priorizar los productos que estén por debajo de dicho consumo en reposo.
Acostumbrarse a desconectar los aparatos eléctricos durante la noche es otra medida eficaz. Sin embargo, convertir esta acción en hábito puede ser un desafío, considerando que se necesitan hasta 254 días para adquirirlo en determinados casos, como reveló un estudio de la Universidad de Londres. Además, esta medida obligaría a desconectar los equipos en otras franjas horarias (la escolar, la laboral, etcétera), lo que requiere un esfuerzo y dedicación diarias que pocos están dispuestos a asumir.
Más recomendable es la compra de productos útiles para minimizar el consumo en standby, como los enchufes WiFi, los programadores eléctricos, las regletas con interruptor o los monitores y reductores de energía. Hoy más que nunca, ahuyentar para siempre el consumo fantasma está en nuestras manos. ¡Tú decides!