«No me siento bien en mi casa», «siento que no estoy en el lugar correcto» y otras afirmaciones revelan una discordancia entre el estado emocional de la persona y la configuración estética de su espacio vital. Las sinergias entre uno y otro, largo tiempo avaladas por la Ciencia, demuestran que la decoración no es una cuestión baladí: realmente influye en la productividad, la felicidad o la salud mental.
El interiorismo emocional se define como la adaptación de los espacios y su decoración a la psicología y las emociones humanas, siempre en busca de una mejor conexión entre los estados anímicos y la arquitectura de interiores. Guarda similitud con el feng shui de China y el vastu shastra de la India, aunque en rigor está más próximo a la psicología ambiental que a las filosofías de Extremo Oriente.
Precisando más las características de esta disciplina, aclararemos que el interiorismo emocional no es un estilo, ni una corriente estética, como puedan serlo el minimalismo, el kitsch o los estilos nórdico y étnico. Tampoco sigue las pautas de un manifiesto o similar. Su premisa fundamental es que el entorno influye en el comportamiento y las emociones del ser humano, de forma que el color, las texturas o la disposición general del mobiliario puede hacernos sentir bien o mal, por expresarlo llanamente.
Otra seña de identidad del interiorismo emocional es el respaldo científico que recibe y del que carece, sin embargo, el resto de corrientes decorativas. Chloe Taylor, de la revista Psychology Tomorrow, atribuye su origen a la neurociencia: «los científicos están investigando mucho sobre este tema y han encontrado resultados más increíbles. Han demostrado la capacidad de los elementos de diseño de interiores para evocar una respuesta emocional positiva o negativa en las personas».
Interiorismo emocional: uno y mil beneficios para el hogar
Materiales y texturas más naturales
El interiorismo psicológico o emocional invita a conectar con el diseño y los materiales, el aspecto más superficial de las cosas. El objetivo no es decorar a la última, ni conseguir un living de portada de revista, sino seleccionar cuidadosamente las texturas y materiales que armonicen con la psicología de la familia o de la persona residente.
Porque la madera transmite emociones distintas a la piedra o el metal, y lo mismo puede decirse de los tejidos naturales frente a los artificiales o de la vegetación sintética frente a la real. La Dr. Sibel Seda Dazkir de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos) publicó en 2009 una investigación acerca del impacto de las líneas curvas y las rectangulares en la psicología humana, demostrando que las primeras inspiraban felicidad y relax mientras que las segundas transmitían sensaciones de frialdad.
Mejora del orden y el espacio
Como probablemente sepas, la búsqueda de sencillez y de orden en la distribución espacial es uno de los mejores consejos para la decoración interior del hogar. El interiorismo emocional persigue estos mismos objetivos, pero concede un mayor protagonismo al espacio y la organización, rechazando los adornos y objetos cuya única función es rellenar espacios y fomentando la eliminación regular de los elementos prescindibles que consuman un espacio vital.
Habitar en un desorden perpetuo afecta negativamente a la tranquilidad y la relajación, asociándose con sensaciones de ajetreo, tensión e incluso estrés. Por ello, y sin ser una norma explícita, el interiorismo emocional anima a practicar un ōsōji continuo, es decir, una limpieza física del espacio para desechar todos los objetos accesorios que se hayan acumulado durante la semana y puedan estar atentando contra el orden y la armonía deseados.
El color, al servicio de la personalidad
Ríos de tinta se han vertido acerca de la psicología del color. La decoración emocional no escapa a su influjo y, por consiguiente, aplica muchos de sus principios para fusionar lo físico y lo emocional en el ámbito del diseño de interiores.
El amarillo, por ejemplo, guarda relación con la felicidad y las actitudes positivas, recordando además a nuestra estrella vecina, el sol. Por este motivo, el amarillo pastel es una elección habitual en guarderías, parques y dormitorios infantiles. Por su parte, el verde se vincula con la naturaleza e inspira sentimientos de equilibrio y relajación.
El azul evoca la calma y la seguridad y ciertos estudios le atribuyen la capacidad de disminuir la presión sanguínea en las personas expuestas a este color. Sentimientos muy diferentes se consiguen con el rojo, un tono sinónimo de pasión, energía y poderío. Como es evidente, las distintas tonalidades de estos y otros colores pueden alterar su percepción, razón de más para aprender cómo elegir correctamente el color de la pintura del hogar.
Apuesta por la iluminación positiva
La iluminación juega un papel destacado en el interiorismo psicológico. ¿Acaso los entornos cálidos y luminosos no aumentan la felicidad frente a los fríos y oscuros? Que países como Groenlandia, Rusia o Kazajistán lideren el ranking de suicidios demuestra hasta qué punto la luz influye en la psique humana.
La deco emocional, como muchos la abrevian, valora esta realidad a la hora de disponer el mobiliario, elegir las cortinas y persianas o diseñar los vanos de las ventanas. De estos elementos dependerá la iluminación de salones y otras estancias, por lo que no deben tomarse a la ligera.